Muchos conocen mi afición al análisis de textos asociando ideas/ imágenes aparentemente inconexas, lo cual no es nada del otro mundo si se tiene en cuenta que para todos los aquí presentes vivir en comunión con la metáfora es natural... es así como agradezco la dedicatoria que hiciera Elvira en la tercera parte de su mencionado  “Rampanadas, de Amantes y Burgundy“. Ernest Hemingway sugirió que su nieta debía llamarse Margaux, pensando homenajear uno de los más famosos Chateau. Margaux se pronuncia en francés igual que Margot la reina de Navarra, quien fue muy servicial con todos los caballeros de su tiempo, muy refinada y amante de los buenos perfumes...


            No se pude afirmar todavía que todo acto de escritura creativa sea de por sí ya experimental, pero si vemos los textos de Basilia, Caridad, Alessandra, Reina y Elvira por ejemplo-s, + - sabemos de qué se trata: una escritura donde la conjunción de la preocupación por la palabra/por la escritura misma y el interés de precisar un contenido, se dan de una manera anti-convencional, personal y/o distintiva: ellas se diferencian notablemente de otras y de otros (y aún de ellas mismas) nada más abrir sus libros.


            Tomemos como convención la poesía conversacional/coloquial y la de estrofas clásicas; el resto será experimental.


            Los casos de Basilia y Caridad, para la convención, serían un “abuso“, un exceso. Como en el caso de Faulkner, “algunas personas dicen que no pueden entender sus obras, aún después de leerlas dos o tres veces. ¿Qué les sugeriría Ud. para que pudieran entenderlas? – Que las leyeran cuatro".


            El orgullo / el “linaje“ intelectual (y también moral, ¿por qué no?), sería atributo de Caridad y Alessandra – aunque, ésta, es más sobria; sobriedad compartida por Reina y Elvira en otros sentidos, digamos: el confesional.


            Dado el alto nivel de experimentación de Basilia y Caridad, será “habitual“ que no quepa nunca examinar si se le ven o no las costuras, como mismo un scientist sabe que es él quien tiene que adaptarse a las leyes ignotas de un problema desconocido... El caso de Alessandra hasta el momento es airoso: como los bloques tallados del enigmático santuario de Baalbek, sus junturas parecen no contener argamasa y están tan bien ajustadas que no hallo cómo introducir en ellas el filo de una hoja de afeitar (0,01 mm).


            Por supuesto, al estar a medio camino entre la convención/ el conversacionalismo y la experimentación, al ser más anecdóticas, y al ser más evidentes en ellas “la angustia de las influencias“, Reina y Elvira corren ciertamente un mayor riesgo con respecto a las demás, estando expuestas -por ello mismo- al ojo “corrosivo“ de la Crítica (aunque no importa amigas). Faulkner dijo para todos: “el artista no tiene tiempo para escuchar a los críticos. Los que quieren ser escritores leen las críticas, los que quieren escribir no tienen tiempo para leerlas. El artista está un peldaño por encima del crítico porque el artista escribe algo que moverá al crítico... “



UNA CATA


            Un detalle interesante del último que-hacer de Elvira, es la re-distribución, el re-ajuste, el acople y encaje de “antiguos" versos, ideas y estructuras suyas en sus textos de ahora - a la manera de una auto-inter-textualidad: la 4ta. Rampanada, por ejemplo, donde se autocita con el famoso verso del '91 “la soledad comienza a sacudir su estopa“. Otro elemento “nuevo“ de su arte actual radica en la consecución del verso + “decisivo“ que tiene todo poema que lo lleve - el título- con el resto del discurso: 1ra. Rampanada/ “Hablando (con ella) de la cesación definitiva del estar“ y rápido, entra la voz de su abuela. Y en cuanto al canto el texto, como en una partitura, los signos de puntuación (sobre todo los dos–puntos–y–seguido y las comas que llamo pausales) nos permiten una lectura (y a Elvira) una entonación pos-moderna, sugerente, que si bien tiene raíces en el “poeta fuerte“ que tú conoces, también la aparta de su con-sabido histrionismo - o le hace crear el suyo propio, que a mi modo de ver (no obstante la oclusividad del tema) “no llega  a enemistarla con el mundo".


            El vino tiene el poder de despertar los recuerdos, y cuando se beben algunos específicos, el de personas que compartieron el instante fugaz de un brindis, o el reflejo efímero de una mirada frente a una copa iluminada por una vela. “Para rendirle homenaje a este vino, sigamos hablando español“. Y dejaron de hablar en francés, mientras el licor Freixenet iba vistiendo de terciopelo oscuro las falsas promesas del amante engañoso / “algunos extranjeros...


            Elvira recuerda a una princesa rumana, vestida de raso esmeralda y perlas blancas, que había perdido -por la guerra- sus latifundios vitivinícolas. Sentada en el vagón restaurant del Expreso de Oriente y bebiendo un Chabelaise, se consideraba todavía propietaria, diciendo en un italiano tan dulce y triste como un violoncello: “Mio caro, el  Orient Express tarda dos horas en atravesarme“/ “ellos solo vienen para hablarme de amor, o para hacérmelo".








FUENTES:

-Manual del vino en la gastronomía, Mauricio Wiesenthal (Edivisa Barcelona)

-El oficio de escritor (ERA, México, 1968).

-Enigmas de la Historia (Progreso, Moscú, 1991).





foto © javier buergo, 2006

serie re-construction con elvira


por Ismael González Castañer, La Habana, 1995

  Javier Marimón
Ismael González Castañer     
Elvira Rodríguez Puerto                
                      Premio INTERNACIONAL Poesía, 
                  Nosside-Caribe Primera Edición
               Feria Internacional del Libro de la Habana,
2000, 
http://www.festivaldepoesiademedellin.org/pub/en/Revista/ultimas_ediciones/76/gonzalez.htmhttp://www.esquife.cult.cu/revista/50/04.htmshapeimage_9_link_0shapeimage_9_link_1

LA REINA DEL FREIXENET

(O LA PRINCESA DEL BURGUNDY)