Parece que todos estos poetas padecen la enfermedad del Bustrófedon de Cabrera Infante en cuyo cerebro los médicos descubrieron  después de la trepanación del cráneo una lesión que le hacía jugar con las palabras y nombrar las cosas por otro nombre. Es un proceso de liberación de los códigos de percepción a través de la creación de imágenes lingüísticas que se buscan los caminos retorcidos de la imaginación individual enriquecida por la lectura frenética. Si se sirven de otros escritores, de citas, de alusiones, -como en el caso de Elvira, de Katherine Mansfield, de Rilke o de Virginia Wolf-, se trata de hacer evidente un proceso que muestra en qué manera estamos percibiendo el mundo a través de fragmentos diferentes , y cómo los transformamos en nuestra imaginación. Por eso los fragmentos del Elvira trabajan con la categoría del Fragmento, son experimentos formales que reúnen no solamente en fragmentos al nivel de la realidad sino también al nivel de la estructura de los versos, de las frases. Crean jirones sintácticos. Por lo que representa un juego de las formas, y la forma encuentra igualmente su significado en la realidad.


Desde la generación de “Orígenes”, la categoría, la entidad de la isla, ya no es solamente Cuba, la mayor isla de las Grandes Antillas de 114.000 km, sino es la isla en sí como imagen de la relación del individuo, es decir del poeta con el mundo. Y así, los fragmentos de frases, de palabras que vemos en la poesía de Elvira son islas gramaticales, islas lingüísticas que nos llevan a todas las islas posibles tanto de la geografía como de la mente. Como signo de navegación nos sirve la puntuación de sus poemas: palabras subrayadas, punto y coma, puntos de interrogación o los dos puntos, crean una arquitectura propia del poema que nos permite leer sus pausas exactas con sus ambigüedades. El lector sigue el ritmo, el curso de una frase, va de una isla a otra a través de puentes que él cree completas, pero de repente se encuentra en un arrecife o al final del puente y se cae en el vacío entre las palabras para después renacer alcanzando la próxima isla.


Así, Elvira que percibe el escribir “como un absurdo”, pone a sus lectores al abismo de su poesía.


Sus textos demuestran que la nueva poesía cubana ha encontrado un camino muy original que se sirve de sus predecesores, los utiliza como material para armar sus propios Katherines que siempre quedan fragmentos, testimonios de los efectos del comején que entra en su madera y deja hacer huecos por todas partes.


Y sobre todo su poesía es la expresión del miedo que si bien nos investigamos a nosotros mismos, es un miedo elemental: El miedo de Benjamín, como cuenta en otro pasaje, de acercarse a su cama y verse a sí mismo ya extendido en ella.


Y como Elvira dice, lo que el poeta ha de hacer es “escupir el sueño”, hacer de este cadáver con el cual se encuentra en sus textos, un nacimiento-imagen frecuente de sus poemas y “ser perversamente feliz”.















ESCUPITAJOS DE SUEÑOS

                                    por Susanne Lange

                                                                                         Traductora Alemana, Munich, 12 de enero l998, Librería la Botica,

                                                                                             (Munich) Sobre “Fragmentos para armar D’Katherine”

                    


Walter Benjamín nos cuenta un sueño bien inquietante: él mismo se mata de un tiro, pero no se despierta en el momento en el cual estalla el balazo como suele ser. Permanece por unos momentos mirando a su propio cadáver y solamente después logra sacudir el sueño.


Creo que estos instantes delante del propio cuerpo son el momento en el cual nace la poesía-esta impresión de al menos la lectura de la poesía de Elvira Rodríguez Puerto. Sus poemas, especialmente el ciclo de “Fragmentos para armar D’Katherine”, manifiestan una disociación, segregan el Yo-poeta del Yo-materia-del-poema. De esta manera, en sus textos ella puede verse a sí misma como alimento de los buitres: “Los buitres me lambean. Yo buitrada”. Ve su cuerpo “muerto y apestoso”, como Benjamín vio el suyo. Pero este “yo buitrada”, Elvira lo transforma en poema, se nutre de él lingüísticamente volviéndose buitre de su propia carroña. Sale de sí mismo y ofrece su cuerpo a la descomposición de la carne-pero al mismo tiempo recompone un cuerpo poético a través de la lengua.


Por eso la poesía de Elvira siempre tiene algo muy corporal, vascular, disecador. Hay una profusión de sangre, de órganos, de miembros en ella. Se acerca al sueño de otro gran disecador, el primo Walter, un personaje de la novela “Palinuro de México”, de Fernando del Paso. Walter quisiera tener su cerebro sobre una mesa y reflexionar sobre él con su propio cerebro. Aunque en la mesa de disección es imposible, la poesía se puede acercar a esta perspectiva. Y si Walter confirma que en el momento en que el profesor comenzó a rebanar el cerebro, el silencio en el anfiteatro era absoluto, es también este silencio que reaparece de vez en cuando en los textos de Elvira. El yo poético no se está explayando como en la poesía convencional, sino está disecando a su propio cuerpo que expone con ternura pero sin compasión.


Aquí, el instrumento de la disección y de la recreación corporal es el lenguaje. Las palabras adquieren un sentido orgánico porque al mismo tiempo son instrumentos y miembros del cuerpo del poema en cuyo tema se transforma: el Yo-buitre y buitrada como en el “L’ Héautontimorouménos” de Baudelaire quien es al mismo tiempo víctima y verdugo, el vampiro de su propio corazón.


Después de este acto de la disección, Elvira re-lee su cuerpo creado. También esta relectura de sí misma es tema de su poesía de manera que se transforma en el espejo del espejo del espejo, como ejemplo de los que los franceses han llamado tan expresivamente “mise in abisme”, es decir, llevar el yo poético al abismo de su propia existencia y exponerlo tanto a la autorreflexión como a la auto burla.


De esta manera Elvira puede considerarse como representante de la joven generación de poetas cubanos que no solamente se preguntan por sus orígenes concretos-políticos-históricos, realistas-socialistas, sino más bien por sus orígenes lingüísticos , porque toman en cuenta que al fin y al cabo el lenguaje se encuentra en la raíz de cualquier percepción-no importa si la llamamos realidad o sociedad que también son palabras. Y en la búsqueda de estos orígenes, los poetas jóvenes se topan con los poetas del grupo “Orígenes”, con Lezama Lima, Cintio Vitier, Eliseo Diego, que han hecho del lenguaje un medio directo para una expresión total de todas las capas del ser, más allá de los convencionalismos o compromisos. Tienen una relación indisoluble con el lenguaje, una relación orgánica en el sentido anatómico de la palabra.